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martes, 24 de enero de 2012

No se puede huir del pasado. Parte 1

Punto de vista de Wendolyn

Si su padre supiera eso la mataría, estaba segura. Aún recordaba todo lo que había dicho veinte años atrás cuando Gerhard se fue dejándola sola. Wendolyn estaba segura de que nunca había oído salir tantos insultos de boca de su padre como aquella tarde. Ni tantos insultos ni tantas prohibiciones.

Sus recuerdos se vieron interrumpidos cuando vio pasar a Sunday por el pasillo. Lo había olvidado por completo. Se dio la vuelta para seguir a la muchacha que se había dirigido al salón devolviéndole la sonrisa cuando sus rostros se encontraron – Sunday... – Esperó una respuesta por parte de su hija que parecía buscar algo - ¿No vas a ver a Mihjail hoy? – Su hija levantó la mirada con una expresión extraña en el rostro – Solo era una pregunta... – Se defendió la mujer mientras se cruzaba de brazos apoyándose en el marco de la puerta – Deberías ir a verle..., no tienes porque estar todo el día pendiente de mí. Venga ve, estaré bien – La animó con una renovada sonrisa en el rostro.

Si le decía la verdad seguro que habría reaccionado como su padre.

Tuvo que insistir unos segundos más y un poco más y casi se vio obligada a echar a su hija de casa (que era realmente lo que intentaba hacer). Casi podría decir que se sintió aliviada cuando la vio desaparecer caminando al final de la calle. Quería hacer las cosas paso a paso y para eso lo mejor es que por el momento no se encontraran. También era consciente de que muchos habrían puesto el grito en el cielo ante una relación como la de su hija, pero ella se jactaba de ser diferente, además había pensado que negando lo evidente no arreglaba nada. Confiaba en ella y confiaba en él y eso era lo único que necesitaba para estar tranquila.

Se paseó nerviosa por el salón durante el siguiente intervalo de minutos, moviendo con nerviosismo las manos. Tenía que ser sincera consigo misma: nunca había creído estar en la posición en la que se encontraba en ese momento. Nunca había creído tener que decirle nada porque creía que jamás volvería a cruzarse en su camino... Lo había hecho y ahora la moral la obligaba a contarle la verdad y a pesar de estar decidida aún no sabía muy bien cómo iba a decirle que durante aquellos veinte años había tenido una hija de la que no conocía la existencia.

Ni tan solo quería imaginarse la reacción que tendría al enterarse.

Recordaba que durante los primeros meses del embarazo, incluso durante las primeras semanas de saber su estado, se decidía a mandarle una lechuza y contarle la verdad creyendo fervientemente que si sabía que ella iba a tener un bebé volvería a su lado. Al final todas aquellas veces había acabado diciéndose a sí misma que solo eran ilusiones suyas, que de haber querido se habría quedado con ella. Había decidido que era mejor seguir los consejos de su padre y dejarle al margen de todo aquello. La verdad posiblemente solo les trajera más problemas.

El sonido del timbre la trajo de vuelta al presente. A un presente que nunca imaginó y donde aquella verdad saldría a la luz. Una verdad que había llevado tiempo, bastante tiempo y quizá podría haber permanecido oculta siempre. La mujer se acercó a la puerta de la entrada sintiéndose por primera vez en años nerviosa. Realmente nerviosa.

- Gerry... – Le saludó nada más abrir la puerta esbozando una fina sonrisa. Se apartó ligeramente para que pudiera pasar mientras ella cerraba la puerta y luego lo conducía hasta el comedor donde volvió a hablar – Te has enterado, ¿no? – ¿Cómo no iba a enterarse? Todo Valgrange se había enterado de que había acabado siendo una Squib creada por los muggles. Por suerte tenía el mejor apoyo que podía pedir en esos momentos, de alguien que había nacido con aquella condición y de la que había aprendido numerosas cosas – Nunca pensé que no podría volver a agitar una varita.... – Estando viva, claro.

Punto de vista de Gerry

Gerry no sabía muy bien que pensar sobre el hecho de que Wendolyn le hubiese hecho aquella petición considerando que habían pasado veinte años y sobretodo por cómo habían terminado las cosas entre ellos. Quizá por eso había tardado en volver y el detonante para cruzar el atlántico había sido el hecho de enterarse que estaba en peligro. En serio peligro. ¿Qué si le importaba lo que pensará Rhiannon? No demasiado. Era auror, ¿no? Tampoco tenía porque ser tan raro que los destinaran a un país extranjero, menos teniendo en cuenta como estaban las cosas en aquellos momentos y que Reino Unido era de los países más afectados.

De todos modos en esos días, Rhiannon parecía demasiado ocupada en estar dando órdenes a la servidumbre como para darse cuenta de lo que él hacía o dejaba de hacer o cuando salía o entraba en la casa. Claro que, aquello de dar órdenes a diestro y siniestro parecía el hobby favorito de la mujer y es que era lo que se pasaba haciendo la mayor parte del día (por no decir que incluso lo hacía durmiendo). Lo que si había hecho había sido decirle a los chicos que iba a dar una vuelta por el pueblo y el hecho de que normalmente no le hicieran demasiadas preguntas, en aquellos momentos le supuso una pequeña ventaja.
Caminó por las calles del pueblo siguiendo las indicaciones que le había dado Wendolyn, seguro de que en un sitio tan pequeño, después de haber vivido en Los Angeles y seguidamente en la Comunidad Mágica de ese mismo sitio, no le iba a ser tan complicado. En efecto, en menos tiempo del que esperaba (y quizá hubiese querido un poco más de tiempo para poder prepararse mentalmente) se encontraba en el lugar indicado. Frente a la casa de la mujer. Respiró profundamente antes de alargar el brazo y tocar el timbre. Esperó con aparente tranquilidad a que la puerta se abriera y el conocido rostro asomara al otro lado.

- Buenas tardes, Wendolyn – La saludó sin saber realmente cómo comportarse ante ella y evitando usar el diminutivo “Wendy”. Quién sabía si después de veinte años le sentaba mal o cualquier otra cosa. Si lo había usado en el cuartel de la Brigada era porque... bueno... siendo que estaban todos nerviosos y en tensión era normal que dijeran las cosas sin pensar, ¿no? La siguió hasta donde ella misma le guió, el comedor – Sí, claro que me he enterado – En un sitio como aquel debía de ser normal enterarse de aquellas cosas tan rápido. Lo primero que había pensado era que era una crueldad, pero, posiblemente lo que más le doliera fuera el hecho de que le había pasado precisamente a ella – Debe de ser muy duro..., no quiero ni imaginármelo – Añadió en apenas un susurro mientras echaba un vistazo a la habitación. – ¿Cómo lo llevas? - ¡Mal! ¡Seguro! Pero, ¿qué otra cosa podía preguntarle?

Casi de inmediato sus ojos fueron a parar a aquellas fotografías en movimiento que tenía sobre la repisa de la cocina y sin poder evitarlo se acercó para poder observarlas mejor. – Me enteré de que habías tenido una hija..., se parece mucho a ti por lo que veo – Añadió mientras sus ojos se paseaban por aquellas imágenes, en una de las cuales aparecía además el padre de Wendolyn, cosa que le hizo esbozar una fina sonrisa – ¿Cuántos años tiene? – Porque tanta información no tenía. Ni siquiera se había enterado de quien era el padre, si se había casado y quedado viuda o qué, pero no le parecía tan raro tampoco. Ella siempre había destacado por ser muy discreta con su vida privada. Seguro que por eso había tardado también tanto en averiguar que tenía una hija.

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