- Eres una joven especial. – su
voz aterciopelada con ese acento francés consigue ruborizarme levemente. ¿Yo?
¿Especial? ¿Por qué? Tengo las manos estropeadas a causa de la lejía y apenas
tengo dos mudas de ropa en la maleta, quitando aquel vestido que me regaló
Chloë. No, no me considero alguien especial ni extraordinaria en absoluto. La
miro con curiosidad como si con un simple intercambio de miradas quisiera darle
a entender que quiero saber por qué dice eso. – Ves la vida de una forma que
muy pocas personas son capaces. Soy capaz de verlo en tus ojos. – sonrío. Es la
segunda persona que me dice algo semejante y me hace pensar que debería de
empezar a creérmelo.
- Eso no va a cambiar la
perspectiva de las personas que controlan el poder.
- No, pero tus hijos pueden
heredar tu perspectiva y los hijos de tus hijos, y con el tiempo, esa herencia,
esa perspectiva puede llegar a cambiar la perspectiva de la gente que sustenta
el poder. Todo cambio en el mundo nace gracias a una persona que tiene un
pensamiento diferente. – me sonríe al tiempo que se levanta de la silla donde
ha estado sentada todo ese tiempo y no puedo evitar seguir sus delicados
movimientos con mis ojos. Realmente me parece asombrosa su forma de pensar y el
hecho de que haya sido capaz de leer de una forma tan clara a través de mí,
como si hubiera sido un libro abierto de par en par esperando a ser leído.
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