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martes, 29 de julio de 2014

Back to Life

Despertar de un coma es posiblemente una de las experiencias más extrañas y sobrecogedoras que pueda sufrir una persona. Despertar con la mente vacía puede ser lo más horrible que le pase a una persona. Sentía la luz al otro lado de mis párpados cerrados, oía voces a mi alrededor, lejanas, cercanas… y un pitido constante, ruidos variados y por mi nariz entraba un fuerte olor estéril. Me pesaban los párpados tanto que tuve que hacer varios intentos antes de abrir los ojos para volverlos a cerrar antes de que pudiera pasar ni tan siquiera un segundo. La luz había dado en mis ojos y era tan fuerte que incluso me hizo daño. Los mantuve cerrados unos segundos antes de volver a abrirlos, más despacio y aunque tuve que cerrarlos por la fuerza de la luz que entraba a través de las ventanas, pude mantener los ojos abiertos.

Dos ojos grises me miraron antes de desaparecer. La tranquilidad que había reinado pronto desapareció. Una mezcla de voces que se acercaban y gente caminando de un lado a otro no muy lejos de donde me encontraba me puso alerta. Tan alerta que aunque mis ojos estaban desenfocados cuando vi aparecer un rostro borroso delante de mí, mi primer instinto fue alejarme automáticamente. Echarme hacia atrás. “Tranquila” oía que me decían y noté como alguien me tomaba la mano. “Dame un apretón en la mano”. Y lo hice. Era capaz de entender lo que me decían y asimilar las órdenes, pero, ¿sabía algo más? Un miedo me atenazó la garganta. Por mucho que buscase no había nada dentro de mi cabeza. Posiblemente el médico que me estaba atendiendo se había dado cuenta pues me había vuelto a pedir que me calmase, y el tacto de su mano contra la mía así como el leve apretón que me dio lo consiguieron.

¿Qué pensaba? ¿Acaso era capaz de pensar? Una luz potente dio contra mis ojos cuando el médico se acercó a mi rostro con aquella linterna para verme las pupilas. “Responde” le oí decir al tiempo que mi rostro intentaba moverse hacia allí. Fue entonces cuando fui consciente de que no respiraba. Es decir, respiraba, pero tenía un tubo metido hasta la garganta. ¿Cómo no me había dado cuenta antes de eso? Posiblemente vieron el miedo en mis ojos, en mi expresión, pero no tardaron demasiado en mandarse órdenes entre sí. Llegaba un momento en que mis ojos no sabían a donde moverse. Primero los que me cambiaban una bolsa, ¿suero? ¿Medicación? Para luego moverse hacia el segundo el que me sacó aquel tuvo de la garganta. Noté como me subía por la tráquea hasta salir por mi boca. Un dolor agudo y la boca reseca fue lo que me esperó, antes de dar mi primera bocanada de aire. Nunca me he sentido tan bien al respirar por mí misma.

- ¿Sabes dónde estás? ¿Cómo te llamas? – Espera un momento. ¿Dónde estaba? Terror. Algo me recorrió el cuerpo entero sumado a una extraña sensación de que algo se movía dentro de mí a la altura de mi vientre. ¿Qué había sido eso? Miré al médico que me había hecho esas preguntas con una expresión de miedo en el rostro. – Tranquila, no pasa nada estás…

- En… un… hos…pi…tal… - Logré pronunciar. Tenía la boca pastosa y me costaba horrores formar una frase en mi cabeza, más aún sacarla de entre mis labios. Hospital. Médicos. ¿Qué diantres hacia yo en un hospital? ¿Y por qué recordaba lo que era? ¿Por qué recordaba que eran los médicos? ¿Por qué había sabido todo eso pero no recordaba cual era mi nombre. Cerré los ojos con fuerza como si así me fuera a llegar aquella respuesta. Nada. – No… lo… re…cuer…do… - Frustración. Miedo. Ansiedad. Demasiados sentimientos agolpándose dentro de mi cuerpo y yo sintiendo unas ganas horribles de ponerme a gritar. Quería saber cómo me llamaba, quería recordarlo. ¿Por qué no recordaba quién era? - ¿Dón…de…es…toy…? – El hombre me miró sorprendido unos segundos. – Pa…ís… - Si. País. Aunque posiblemente aunque me dijeran el país donde estaba ni siquiera sabría decir donde estaba precisamente.

- Estás en Croacia. Te encontraron hace cuatro meses y te ingresaron aquí… - Seguía sintiendo su mano alrededor de la mía y estaba segura de que de no ser por eso estaría temblando. Aquello no sonaba nada bien. ¿Me habían encontrado? ¿Cuatro meses? – Entraste en coma a raíz de una cirugía de urgencia que tuvieron que realizarte. - ¿Una qué? Mi mente empezó a dar vueltas y tuve que cerrar los ojos. – Será mejor que descanses. – Le oí decir mientras se levantaba – En otro momento hablaremos sobre tu estado. - ¿Estado? Abrí nuevamente los ojos lentamente fijando la mirada en el hombre que me sonreía antes de soltarme la mano y salir de la habitación. Mi mirada fue a parar al inmaculado techo que había sobre mi cabeza justo en el momento en que lo volví a sentir, era como si algo dentro de mí se moviera, algo pequeño algo lleno de vida. Noté mis ojos anegarse en lágrimas al tiempo que mis manos se movían hacia mi vientre, un vientre que estaba ligeramente abultado. Nunca sabré exactamente cómo, pero en ese momento supe que había vida dentro de mí. Supe de algún modo que iba a ser madre y no pude evitar que unas cuantas lágrimas recorrieran mis mejillas.

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