Queenstown, 11 de abril de 1912
Mi querida Tess,
Te prometí que te escribiría en
cuanto pudiera y aquí me tienes. Estamos en Irlanda donde van a subir más
pasajeros a bordo y aprovecharé para escribirte y mandarte esta carta. ¿Ves el
papel? Es de la White Star
Line y solo pueden usarlo los pasajeros de primera y segunda clases. Resulta
que me he encontrado con Madison Blake y esta mañana me ha “secuestrado” de
tercera clase y me ha traído hasta primera. ¡Me ha dejado bañarme en su bañera!
¡Una bañera Tess! ¿Sabes cuánto tiempo…? Bueno, en realidad no hace falta que
te lo pregunté, viviste también en casa de los Whitakker. El camarote es
precioso y me ha dejado un vestido precioso, ni siquiera necesito corsé para
poder lucirlo… y las joyas. De acuerdo, madre nos dijo siempre que no teníamos
que sentir envidia de las personas que tienen más que nosotros…, pero, ¡es
imposible! Tendrías que ver las instalaciones de primera clase, esto parece un
palacio flotante. Es doscientas veces más lujoso que la casa de los Whitakker,
seguro que de estar aquí lady Rachel estaría rechinando sus dientes de rabia.
¡Soy capaz de imaginármela y todo!
El viaje hasta Southampton fue
perfecto. Cansado, pero perfecto…, aunque voy a recalcar en lo de cansado
porque me jugó una mala pasada anoche. Creo que en la vida lo he pasado tan
mal, incluso puedo decirte que he pasado algo de vergüenza por verme en esa
situación tan incómoda. Quizá ayer fruto del cansancio no me diese cuenta pero
ahora te puedo asegurar que sí…, me da un poco de vergüenza. No recordaba que
la falta de sueño pudiera jugarte tan malas pasadas… Estaba en el comedor y se
me acercó una jovencita y un joven que había conocido ya antes en la cubierta.
Fue una forma curiosa de conocerle, su hermana se coló por debajo de mi falda y
de un momento a otro nos quedamos frente a frente prácticamente. Momento
incómodo. ¿Sabes? No había pensado entablar conversación con nadie, no al menos
de buenas a primeras y prácticamente nada más embarcar en el barco, pero fue
tan fácil y natural que incluso olvidé que no le conocía de nada.
No es que todo lo que te vaya a
contar a continuación vaya a tener mucha relevancia en un futuro cercano, ni
lejano, porque después de todo solo es otro de los muchos pasajeros del
Titanic. Se llama Pierre y a juzgar por su aspecto debe de tener mi edad, quizá
un poco más mayor, a lo mejor es de tu edad, no lo sé realmente. Francés,
aunque claro, eso dándote su nombre ya es algo que posiblemente has deducido.
No voy a entrar en detalles pero tampoco voy a negar lo evidente… ¡No está de
mal ver! De todos modos como he dicho antes solo es un pasajero más del
Titanic. Me parece una persona que guarda mucho de sí mismo, secretos, no sé,
pero no parece fácil que se abra… Todo lo contrario a mí… ¡Y ya sé que madre y
tú siempre decís que no es bueno abrirse tanto, pero no puedo evitarlo! El caso
es que ayer cuando perdí la consciencia en el comedor fue él quien me llevo
hasta mi camarote… Lo último que recuerdo de anoche son sus ojos azules
mirándome desde la litera inferior de mi compañera de camarote. Le dije que no
hacía falta que se quedara conmigo, pero mira… insistió. Lo más gracioso es que
esta mañana cuando me he levantado mis zapatos estaban en el suelo, junto a mi
litera y no recuerdo habérmelos quitado (tampoco estaba en condiciones) así que
solo me quedan dos opciones, o ha sido Beth o ha sido él… ¡Tendré que
preguntarles! Me puede la curiosidad.
Mira, a lo mejor acabo este viaje
teniendo un nuevo amigo. Uno que va a llegar tan perdido como yo posiblemente,
aunque por suerte para mí, padre me estará esperando en Nueva York cuando el
Titanic atraque. ¡Tengo tantas ganas de verle y volver a abrazarle! Te seguiré
escribiendo aunque no pueda mandarte las cartas y cuando esté en Nueva York las
mandaré, así no perderás detalle alguno de mi viaje. Me hace tanta ilusión
contártelo todo… Ahora mismo estoy en uno de los cafés del barco, escribiendo
con una pluma estilográfica, algo que jamás imaginé que podría hacer, claro que
tampoco imaginé que pudiera estar en un sitio tan lujoso ni en la primera clase
de un navío como el Titanic… Una muchacha está tocando una pieza en el piano,
estoy segura de haberla oído antes en casa de los Whittaker, pero… no recuerdo
su nombre. Tampoco es algo que las doncellas tuviéramos que saber…
¡Escríbeme! Tengo ganas de saber
cómo está el pequeño Mike. Ya le echo de menos y aún no he cruzado ni una
cuarta parte del Atlántico. Voy a extrañaros tanto… Y ya paro o acabaré
llorando y estropeando este precioso papel.
Te quiere, tu hermana.
Valerie.
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