11 de abril de 1912
Tenemos que bajar hasta la cubierta F para
llegar al comedor donde parece que este prácticamente todos los pasajeros de
tercera clase reunidos. Mi corazón da un vuelco de pronto y no puedo evitar
todo el comedor a mi paso mientras vamos andando. Toby pensará que estoy
buscando lo mismo que él: a James. Nada más lejos de la realidad. Lo que están
buscando mis ojos es al muchacho de ojos azules y acento francés. Tengo el
corazón acelerado, noto sus latidos dentro de mis oídos y como un cosquilleo me
recorre el cuerpo entero. Me estoy poniendo nerviosa, me estoy alterando y sólo
rezo para que mi amigo no se dé cuenta. Cierro los ojos un momento sin parar de
andar y sin miedo a chocarme con alguien y cuando los abro ahí está. Está a
unas cuantas mesas de distancia hablando con Alice, la melena oscura de la
muchacha se mueve con su gesto de negación y puedo ver la frustración en la
cara del muchacho. No puedo quitarle los ojos de encima, no puedo apartar la
mirada de ese rostro, de ese cejo fruncido y de esos labios que se mueven con
rapidez mientras reprende a su hermana. Es entonces cuando levanta la vista y
nuestras miradas se cruzan. Mi corazón se para durante un segundo dentro de mi
pecho. El sonido de la gente a mi alrededor parece haber desaparecido, el
comedor de tercera clase del Titanic
también, como si en ese momento sólo existiéramos nosotros dos y nuestras
miradas fijas la una en la otra. Es un momento mágico que deseas que sea
eterno. Tengo el impulso de acercarme hasta él y sentarme a su lado, quiero
conocer más de esa mirada llena de secretos, quiero que se abra a mí…
- ¿Val?
Toby me devuelve a la realidad y rompo esa
conexión con Asier. Un frío extraño me recorre el cuerpo mientras mi mirada
pasa a la de mi amigo que se me ha quedado mirando. Es la segunda vez que me
voy a otro mundo en su presencia en menos de media hora. Seguro que si me pasa
alguna vez a lo largo del día lo achacara a que no he dormido bien y me mandara
al camarote.
- Perdona, pensaba que había visto a James. Lo
siento.
Sigo caminando e incluso adelanto a Toby con
toda la intención, puesto que sé que así dejará de mirarme de aquella manera,
como si le estuviera ocultando algo y yo dejaría de sentirme tan culpable. ¿Qué
me estaba pasando? ¿Por qué sentía esa culpabilidad? Hubiese deseado darme la
vuelta y buscar nuevamente al francés con la mirada pero mi impulso se vio
frenado por mi conciencia que me decía que debía seguir caminando en busca de
James.
- ¡Valerie! ¡Tobías! – la voz del hombre llegó
hasta nosotros haciendo que ambos dirigiéramos los rostros hacia el origen de
la misma. Allí estaba en una mesa con unos cuantos asientos vacíos a sus lados
y frente a él. El resto de la mesa estaba ocupada por pasajeros que ya habían
empezado a desayunar. Tampoco es que tengamos mucho por donde elegir aunque
para nosotros todo lo que se presenta ante nuestros ojos se asemeja a un
banquete. Arrugo la nariz cuando veo los arenques ahumados y antes de que me
entren náuseas, tomo huevos con jamón, unas tostadas con mantequilla y me sirvo
una taza de té.
- No sé cómo puedes comer eso… - comento a Toby
sentado junto a mí que ha cogido los arenques. Por amor de Dios, ¿cómo te
puedes meter eso en el estómago tan temprano?
- Pues están riquísimos. ¿Crees que pueda ir a
ver al cocinero y darle mi enhorabuena? Y si de paso puedo robar algunas ostras…
Tendrán ostras, ¿no? A los de allí arriba seguro que les sirven esas delicatessen. – James frente a mi amigo
se echó a reír y casi se ahoga con la tostada que acaba de empezar a tragar. Yo
por mi parte pongo los ojos en blancos durante unos segundos antes de negar con
la cabeza.
- ¡Déjate de tonterías Tobías!
- ¡Mujeres! Mira que sois sosas, de verdad… ¿No
sería divertido colarnos y hacernos pasar por unos señoritingos durante unas
horas?
- Nos calarían antes de que pudiéramos pedir
las ostras – comento llevándome un bocado del desayuno a la boca y tragando
antes de volver a hablar. – Primero porque no tenemos ropa como para caminar
por ahí…
- ¡Pues se roba!
- Y segundo porque no tenemos ese porte tan
elegante y tan característico de ese tipo de gente. Se nota a leguas que somos…
pobres. – añado después de darle también un codazo debido a su comentario e
interrupción.
- En eso le doy la razón. – apunta James y soy
capaz de notar como Toby a mi lado levanta la mirada y le fulmina lo que me
hace reír por lo bajo.
- ¡Buenos días! – John aparece acompañado de Céline
que nuevamente parece totalmente fuera de lugar en el comedor de tercera clase.
En realidad parece que esté fuera de lugar con nosotros en general. – Gracias por
guardarnos los sitios James. – espera a que se siente Céline antes de hacerlo él
y ambos se sirven el desayuno.
- ¿De qué hablabais? – Céline hace la pregunta
mientras mira a James y Toby alternativamente y luego al final a mí que le
dedico una sonrisa antes de seguir comiendo.
- De las ostras de primera clase – contesta Toby
llevándose un pedazo de arenque a la boca después de sonreír a Céline.
- Y de robar ropa de pasajeros de primera clase
para colarnos arriba – añade James a lo que Céline acaba por echarse a reír. ¿Por
qué soy la única de allí a la que realmente todo eso no le hace ninguna gracia?
En cierto modo es porque tengo la cabeza en otros menesteres que poco o nada
tienen que ver con las ostras.
- No creo que os fuera demasiado fácil caminar
entre ellos. Son muy especiales. – me llama la atención que lo ha dicho con seguridad,
sin vacilar, lo que nuevamente me hace preguntarme si esa sensación que tengo
de que no pertenece a nuestro estatus social son imaginaciones mías o no. A
partir de este momento desconecto por completo de la conversación que está
teniendo lugar en la mesa y mi mente se centra en otras cosas. Con bastante
disimulo mis ojos buscan al muchacho de los orbes azules que tanto me llama la
atención. Miro hacia donde creo que estaban Alice y él pero no logro verlos. A
lo mejor no tengo la ubicación correcta o ya han terminado de desayunar y se
han ido. Dejo escapar un suspiro que pasa desapercibido entre los comensales y
me llevo la taza de té a los labios. ¿De verdad es tan difícil encontrar a
alguien en un barco en el que solo podemos estar en ciertos lugares? ¿De verdad
es tan difícil levantarme e ir a buscarlo? ¿Por qué siento que debería darle
explicaciones a Toby? ¿Por qué siento que le traiciono? Nunca voy a sentirme
con él cómo me hacía sentir la sola presencia de Christopher o el sonido de su
voz. Nunca voy a sentirme con Toby como me siento cuando está el francés cerca.
Es como si mi cabeza dejase de trabajar con normalidad, como si todo aquello
que conozco o creo conocer se queda en nada, como si no pudiera controlar las
emociones que recorren cada milímetro de mi cuerpo. Emociones que me piden que
me acerque, que le hable y que intente descubrir más sobre él. Es una página en
blanco en un libro que quiero rellenar con sus peculiaridades, su vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario